A la hora de la salida del colegio, la mayoría de los niños tiene ganas (y necesidad) de desconectarse de libros y cuadernos. Su jornada suele comenzar a las 8.00, generalmente con las materias más fuertes. A media mañana, les llega el querido recreo de media hora y lo habitual es que terminen las clases a las 12. Después tienen su tiempo para comer, ya sea en casa o en el comedor escolar, y sobre las 13.30, si tienen jornada doble, regresan al aula.
Cuando terminan, tienen necesidad de correr, de jugar, de reír, de divertirse… Pasan muchas horas sentados y concentrados en su tarea y es vital que liberen sus energías.
Pero en muchos casos se encuentran con los polémicos deberes. Las tareas para casa ya no son tan habituales como antes, aunque se siguen mandando, según el criterio del colegio y de la maestra. Cuando no son excesivas, pueden venir bien para generar el hábito de estudio individual; y también sirven para reforzar y consolidar los nuevos contenidos trabajados en clase.
Pero lo que no se debe tolerar en ningún caso es que se pasen toda la tarde haciendo deberes y que éstos sean una penosa carga. No hay que olvidarse de que están en la edad del juego por excelencia. Lo ideal es que al salir del colé se olviden del estudio y disfruten. Jugar es también un magnífico aprendizaje.
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