El herpes es una infección viral frecuente que se presenta en dos variedades:
- El herpes tipo I o herpes simple que es el más común tanto en niños como en adultos, produce lesiones dolorosas alrededor de la boca en forma de aftas (calenturas). Es natural que cuando presenta este tipo de infección el niño pierda el apetito, debido a las lesiones que comienzan en una zona enrojecida y abultada, que se abre y deja salir un líquido opalescente. Después se forma una costra.
- El herpes tipo II o herpes zoster, afecta, sobre todo, a adultos y es más frecuente en la región genital. Los episodios de recurrencia del Herpes virus no producen síntomas generales como fiebre. Se limita apenas a la zona afectada. Las lesiones dermatológicas siguen el recorrido del nervio afectado dando una imagen longuitudinal, por lo que popularmente recibe el nombre de "culebrilla".
Ambos tipos de herpes pueden producir herpes genital, que es una enfermedad de transmisón sexual.
En el caso de los niños el único requisito para presentar un herpes zoster es haber padecido la varicela.
En los casos en que no se conoce varicela previa, se supone un padecimiento intraútero de ésta.
El herpes no es una enfermedad hereditaria, es decir, que si los padres la han padecido no significa que los hijos también la padecerán, esto es así aún y cuando se conozcan casos en que tanto padres e hijos hayan padecido dicha enfermedad.
El contagio no se da por la sangre, semen o líquidos vaginales; el contagio se da de forma directa.
Si una mujer está pasando por el primer episodio de herpes durante el embarazo, las posibilidades que el virus cruce la placenta e infecte al bebé son mínimas, apenas de un 5% más o menos. Aunque si eso sucede existen condiciones de riesgo para el bebé.
Si la madre en el momento del parto tiene un brote dentro o cerca del canal vaginal, el doctor podría optar por practicar una cesárea con el fin de proteger al bebé. Para un niño es un poco más difícil luchar contra la infección de lo que puede resultarle a un adulto, de ahí que puedan surgir problemas de salud más serios.
Si un adulto sufre de lesiones herpéticas debería tomar las precauciones necesarias para no poner en riesgo al niño.
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