También el mobiliario puede ayudar a la independencia del niño. Si se pone en la zona de la guardarropa una percha a su altura, con un lugar accesible para la gorra y los guantes, podrá tomar o colocar su ropa sin la ayuda de nadie. También un pequeño banco para que pueda sentarse y quitarse los zapatos le simplificará la operación.
Un espejo entero a su altura es un importante accesorio, sobre todo porque le permite observarse y comprobar por sí mismo el resultado de sus esfuerzos. De esta manera, si se abrocha la chaqueta mal o si se pone los pantalones del revés, la intervención del adulto señalará su error sólo la primera vez. Luego el niño lo puede comprender y remediar por sí mismo.
Todas estas precauciones, en apariencia triviales y superfluas, son en realidad muy importantes no sólo porque nos liberan de la no siempre agradable dependencia de nuestro hijo, sino porque aumentan su autoestima y su independencia. La satisfacción de arreglárselas solo, sin tener que pasar a través de las críticas y del juicio no siempre benévolo cié los mayores, es, en efecto, un gran estímulo para su evolución que en el futuro le impulsará a tener seguridad en sí mismo en otros planos.
Además, a esta edad los niños ya son capaces de expresar sus propias sensaciones; saben decir si tienen calor o frío, si una ropa es cómoda o apretada. Si valorizamos sus percepciones, éstas pueden ayudarnos a vestirlos con sensatez (sobre todo a evitar abrigarlos demasiado, como en general hacen las madres). Si queremos quitar o añadir una prenda, primero le preguntaremos si tiene calor o frío y actuaremos en consecuencia.
fuente Crece Bebe
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