Todos los especialistas coinciden en que los intercambios afectivos del bebé con su madre son fundamentales para su buen desarrollo. El bebé se rige, desde el momento de su nacimiento, por el principio del placer. El placer es indispensable en todos los aspectos de su vida, desde que experimenta las primeras sensaciones aún en el vientre de su madre: los olores, latido cardíaco, movimientos, voces, etc.
Durante los tres primeros meses de vida, el desarrollo afectivo del bebé tiene lugar bajo el signo de la pasividad. La única demostración que se puede esperar del bebé es la expresión de su propio placer: el sosiego, la calma, y consecuentemente el sueño relajado, su apetito por la lactancia materna, etc. Al recibir el pecho o el biberón, el bebé estudia al detalle el rostro de su madre, sigue sus movimientos y analiza sus expresiones. El calor, el olor y el tacto, así como el tono de la voz de su madre proporcionan al bebé placer y bienestar. El seno materno es el estímulo afectivo más completo para un bebé en los tres primeros meses de su vida. En esta etapa, la madre puede establecer y fortalecer los lazos afectivos con su bebé, mientras le da de mamar:
- Tocando y acariciando la mejilla del pequeño;
- Conversando con él;
- Fijando la mirada en sus reacciones;
- Concentrando toda la atención en el pequeño;
- Evitando realizar otras actividades paralelas.
A partir del cuarto mes de vida, será la sonrisa la reacción que los bebés tendrán a la imagen del rostro materno o de otra persona, también a los sonidos, al tacto, y empezarán a responder a las alteraciones de su entorno. Hay bebés que pueden apegarse a un juguete, a un muñeco, o incluso a un pañuelo, mantita, etc., de forma afectuosa.
Por lo general, el desarrollo afectivo, hasta los seis meses de vida, está regido por el concepto oral, especialmente por los intercambios alimenticios. A partir de los seis meses, la afectividad se intensifica a través de los juegos, de la estimulación que el bebé reciba para hablar, para gatear En algún momento de esta etapa, él estirará sus bracitos para que su madre o su padre le cojan en brazos. Los bebés empiezan a relacionarse más estrechamente con la persona que más lo cuida, y puede manifestar temor a las personas extrañas y actuar con más cuidado frente a nuevas situaciones. Poco a poco, hacia el primer año de edad, ellos se comunicarán con mayor claridad, variando sus estados de ánimo, sus sentimientos, etc. via guiainfantil.com
fuente cuidado infantil.net
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