Hay infinitos motivos por los cuales un niño puede criarse con un solo padre: divorcio, muerte, decisión personal de mamá o papá. El progenitor solitario tiende a creer que hace de madre y padre a la vez, pero esos roles son claramente diferentes e imposibles de sustituir, por eso lo mejor no es tratar de ocupar espacios ajenos sino ayudar al niño a comprender que puede ser feliz y que no es culpa de él que la otra persona no esté.
Se trata, finalmente, de enseñar al niño a sobrellevar la falta de uno de sus padres, sin que esto implique una tragedia en su vida o un trauma inmanejable. SI hay afecto y una comunicación transparente, el hijo podrá comprender que esa familia es la mejor que tiene, aún cuando sea más pequeña que otras, y que no debe sentir lástima de sí mismo.
Papá o mamá, por su parte, deberán contribuir aceptando la realidad de criar solos para no caer en excesos de protección o intervención en la vida de su hijo, ni tampoco querer que este hijo se dedique a él por el resto de su vida. Este padre tampoco debe sentirse culpable o víctima de una situación que él mismo decidió o le impusieron, porque ahí sí haría daño a su hijo, al transmitirle todos sus sentimientos de inseguridad. Si se tienen claros los roles, criar a un hijo sin pareja puede convertirse en una enorme experiencia gratificante y armoniosa.
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